Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha sentido fascinación por determinadas piedras y metales preciosos que empleaban para adornarse o como símbolos. Ya en el Paleolítico nuestros ancestros se valían de piedras, huesos y conchas que utilizaban como ornamento. No fue hasta la Edad de Bronce cuando, gracias al descubrimiento del metal, comenzaron a usarse estos materiales y diversas técnicas para trabajarlos que suponen el comienzo de lo que hoy entendemos como joyería u orfebrería y que ha ido evolucionando hasta nuestros días.
Tenemos ejemplos de hermosas piezas de joyería en época de babilonios, sumerios o asirios, quienes trabajaban fundamentalmente la técnica del granulado con materiales preciosos como el oro o la plata. Un ejemplo de esto es el denominado tesoro de Nimrod que cuenta con miles de joyas que pertenecieron a la realeza asiria.
En el Antiguo Egipto era común enterrar a los faraones con sus pertenencias para que éstas le acompañaran en su paso hacia el más allá. Gracias a esta costumbre los arqueólogos han podido ahondar y estudiar muchas de las costumbres de esta civilización. Los egipcios eran grandes amantes de las joyas que utilizaban no solo a modo de ornamento, sino como algo simbólico y con cierto carácter espiritual; de hecho, una de las piezas más características de este periodo es el famoso escarabajo de lapislázuli que representa el renacimiento.
En la Antigua Grecia no gustaban de engarzar demasiadas gemas a las joyas y preferían colgar elementos de oro. Uno de los hallazgos más destacados de este periodo es el famoso tesoro de Príamo descubierto por Schliemann en 1876.
Fueron los antiguos romanos los que más han influido en nuestros tiempos en cuanto al uso de la orfebrería. Además, de este periodo, viene la costumbre de las alianzas matrimoniales que luego adoptaron los cristianos y que se mantiene hasta día de hoy.
En la Edad Media se importaban piedras preciosas procedentes de Oriente a Europa que son compradas por los miembros de la realeza y de la Iglesia, de hecho, a partir del siglo XI se prohibió el uso de determinadas joyas a los ciudadanos en países como Inglaterra y Francia siendo de uso exclusivo por miembros de la nobleza.
La gran revolución cultural que tuvo lugar en el Renacimiento también afectó a la joyería. Se puso de moda el uso de las perlas barrocas y en el siglo XV se incorporan los retratos miniatura en los broches. Un siglo más tarde, en el siglo XVI, España se transforma en el primer centro joyero del mundo gracias a la cantidad de materiales preciosos provenientes de América.
En el siglo XVII el diamante se erige como la piedra más valorada y deseada y empiezan a aparecer nuevas técnicas poniéndose de moda los relojes, las tabaqueras y los sellos con piedras preciosas. Además, merece la pena subrayar que es en este momento cuando las casas reales empiezan a acumular joyas para subrayar su poder surgiendo tesoros como el de la Torre de Londres, el de Viena o el del Kremlin.
En la actualidad, gracias a las nuevas metodologías de trabajo, el comercio de joyería es asequible a más gente y son muchos los coleccionistas apasionados del sector. Además, en los últimos años se ha desarrollado la venta de joyería online.
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